Las lecciones de colectividades organizadas como alternativas para el Bien Común
Mtra. Tania Sánchez Ortiz *
* Maestra en biología y académica en el Centro Internacional de Investigación de Economía Social y Solidaria (CIIESS) de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.
En los últimos años, al igual que muchas otras regiones del mundo, México ha enfrentado una crisis multidimensional; la llamada crisis civilizatoria, que encierra conflictos económicos, sociales, políticos y ambientales, los cuales están estrechamente ligados entre sí. Estos desafíos —aunque puedan parecer aislados— son parte de una red interconectada de eventos y circunstancias globales que encuentran sus raíces, en parte, en la búsqueda de la “modernidad”. Vivimos en un mundo de alta complejidad, donde el efecto mariposa —la idea de que el aleteo de una mariposa en un lugar puede causar un tornado en otro— ilustra cómo pequeños acontecimientos pueden tener grandes repercusiones. Este concepto subraya nuestra interdependencia y la necesidad de examinar las consecuencias de cada acto, así como la urgencia del cuidado de nuestra Casa Común, término profundamente explorado en la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco.1
En Laudato Si’ se nos recuerda que todos compartimos la misma tierra y que nuestras acciones deben reflejar un respeto mutuo y una responsabilidad hacia nuestra comunidad y el medio ambiente. Asimismo, esta encíclica nos recuerda cómo San Francisco de Asís reconocía a todas las criaturas como hermanas y contempla un origen común de todas las cosas.
Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo.2
La realidad es que vivimos en un mundo profundamente desigual. Según el último reporte de Oxfam, 1% de la población más rica del planeta posee 43% de los activos financieros globales, y disfruta de un nivel de vida y de consumo que genera tantas emisiones de carbono como los dos tercios más pobres de la humanidad.3 Por supuesto que no podemos negar que muchos perseguimos de alguna manera la idea de vivir mejor, pero reflexionar sobre esta búsqueda nos debería llevar a preguntarnos: ¿qué significa realmente vivir mejor?, ¿a qué aspiramos? Tradicionalmente, el ideal de vivir mejor ha estado ligado a un incremento de ingresos, consumo y poder —a menudo a costa de otros.
Este modelo que nos ha conducido a la situación actual, en la que las disparidades resaltan la necesidad urgente de buscar alternativas que desafíen la concepción de las formas de construir las sociedades y de hacer economía. Para explorar estas alternativas, nos referiremos al principio del Bien Común, el cual se contrapone al concepto de interés individual; reconociendo que el bienestar de todas las personas y de su entorno natural es igual de importante. No es accidental que el concepto sea ligeramente ambiguo, ya que el significado particular depende de cuestiones locales y específicas para cada caso.
Por ejemplo, en las culturas indígenas y originarias de Latinoamérica, el concepto del Buen Vivir —profundamente arraigado— ofrece una visión integral del bienestar humano y promueve una vida en armonía con la comunidad y la naturaleza. Este enfoque se basa en valores como la reciprocidad, la solidaridad y el respeto por la Madre Tierra. Para los pueblos latinoamericanos, el Buen Vivir no es sólo una filosofía abstracta, sino una forma de vida práctica.
Pero ¿cuáles son ejemplos reales de estas formas de vida y organización?, ¿qué podemos aprender de ellas en la búsqueda del bien común?
El Bien Común a través de los casos
de colectividades organizadas
Ante el contexto actual adverso han surgido movimientos poderosos que desafían la norma y se definen como alternativas al modelo de desarrollo. Estos movimientos no sólo reimaginan la realidad, sino que nos demuestran que abrazan los principios de solidaridad, equidad y sostenibilidad. En México y Latinoamérica, la Economía Social y Solidaria (ESS), junto con el concepto de Buen Vivir —empapado de la identidad y de las particularidades de cada territorio—, están en el corazón de estos esfuerzos, transformando comunidades y empresas para abordar los desafíos socioambientales que enfrentan los territorios, y ofrecen un panorama esperanzador futuro.
Anaa Witsukj: economías para la paz y la vida
En la región del Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, la cooperativa Anaa Witsukj (AW) lidera un esfuerzo integral para fortalecer comunidades en situación de pobreza y vulnerabilidad. En una región que históricamente vive un entorno problemático atravesado por megaproyectos, violencia y despojo de la tierra, un esquema de empresa social y solidaria ofrece una vía para acercarse a la visión local de un buen vivir.
AW se dedica a la producción, procesamiento y comercialización de limón persa bajo un modelo multiactor, en el cual participan no sólo los miembros productores de limón, sino también entidades aliadas externas, como el Centro Internacional de Investigación de Economía Social y Solidaria (CIIESS) de la Universidad Iberoamericana (UIA), Ciudad de México, así como otras organizaciones e inversionistas, cuyo propósito en conjunto es proporcionar un blindaje; concepto que en este caso se refiere a la generación de vínculos de apoyo en términos de planeación, capacitación, estrategia y operación, para evitar que el proyecto fracase. Actualmente, 354 personas socias productoras participan en la cooperativa, cuyo enfoque va más allá de lo comercial, pues también cuenta con una escuela de agroecología que forma a las personas como técnicos comunitarios. En la búsqueda de un proyecto educativo completo con énfasis en la construcción de paz, próximamente abrirán escuelas con enfoque en Ingeniería, Tecnología, Negocios y Artes. Con el compromiso de aw y sus entidades aliadas con la paz y la armonía con la naturaleza, las personas de la región desafían las barreras de la exclusión económica y social.
Somos Barro 1050: recuperando saberes ancestrales
En los Valles Centrales de Oaxaca, la cooperativa de alfareras Somos Barro 1050 y la asociación civil Innovando la Tradición honran y protegen la tradición ancestral de la alfarería, mientras construyen un futuro próspero para sus comunidades. Las mujeres de la organización participan en toda la cadena de valor, desde la extracción de barro hasta la elaboración de las piezas; mismas que van desde estilos tradicionales hasta contemporáneos; ofreciendo propuestas que innovan, pero también en profundo contacto con las estéticas ancestrales. Sin embargo, el corazón de Somos Barro 1050 no está solamente en el oficio, si no en la conformación de una red de apoyo entre las socias que va más allá de las labores productivas y de la comercialización, y que se centra en la confianza, en el sentido de pertenencia a una comunidad, en los afectos y en la riqueza no monetaria, sino proveniente del intercambio y la diversidad. Derivado de ello han realizado un Manifiesto, en el que expresan:
Cuidamos de nuestro entorno humano, social, natural y espiritual. Creamos puentes entre el saber hecho a mano y el mundo. Somos y operamos como una comunidad. Aprendemos y nos transformamos juntås. Sostenemos espacios para la creatividad individual y colectiva. Estamos orgullosås de lo que hacemos. Todås somos barro.4
Bajo estos principios las socias de la cooperativa sueñan y caminan hacia un futuro más próspero.
Consejo de Autoridades de Tecoanapa, Guerrero: protección
de la naturaleza y la comunidad
En la zona alta de la región Costa Chica de Guerrero se encuentra el Consejo de Autoridades de Tecoanapa, una iniciativa independiente conformada por las autoridades ejidales de 10 comunidades que se encuentran en la cuenca del río. Las personas ejidatarias, dueñas de zonas boscosas, donaron parcelas que suman más de 500 hectáreas como zona de conservación. Esta asignación implica el cese de trabajos y el aprovechamiento de los elementos del ecosistema en esas áreas; sin embargo, aseguran la provisión de agua para 10 comunidades del municipio, lo que beneficia a alrededor de
14 000 personas. Hoy en día, su lucha colectiva y en conjunto con instituciones aliadas —como el Centrus, Ibero Ciudad de México— es por el saneamiento del agua del río, con el fin de que vuelva a ser un ente vivo; en el entendido de que un río vivo es un capaz de sostener tanto la vida humana como la no humana. Esta búsqueda no es fácil, ya que se encuentra matizada por el desinterés de las autoridades y las instancias correspondientes de apoyar a comunidades remotas.
Anaa Witsukj y Somos Barro 1050 nos demuestran que la ESS es mucho más que un modelo económico alternativo; es un movimiento que busca redefinir las relaciones económicas en función del bienestar humano y la sustentabilidad. Por otro lado, el enfoque del Consejo de Autoridades de Tecoanapa en la gobernanza del territorio refleja una comprensión profunda de la interconexión entre el bienestar humano y el medio ambiente.
Un futuro esperanzador, sostenible y solidario
La desesperanza no es natural, debe ser fabricada. Fabricada por un sistema individualista y voraz que domina los medios, la economía y las relaciones, capaz de destruir todo sentido de futuros alternativos.5 ¿Una posible solución? Visibilizar las diferentes opciones para romper con el paradigma individualista de que el sistema hegemónico es el único factible, junto con esa sensación de inevitabilidad que lo acompaña. Voltear a ver los casos de colectividades organizadas que construyen alternativas, y a otros que se encuentran en el mundo, es un rayo de esperanza. En el actual contexto de desigualdad e injusticia, puede ser difícil imaginar que otra realidad es posible; sin embargo, podemos encontrar un gran aprendizaje en casos como los ya descritos, en los que la Economía Social y Solidaria y el concepto de Buen Vivir ofrecen otros caminos hacia un futuro más justo, equitativo y sostenible. A través de prácticas y decisiones que priorizan el Bien Común sobre el interés propio, estas iniciativas están demostrando que otro mundo es posible.
Pongamos en práctica esos aprendizajes y seamos el aleteo de una mariposa que desencadene un tornado. Cada pequeña acción en favor del Bien Común tiene el potencial de transformar nuestra realidad y abrir paso a un futuro más esperanzador.
1. Francisco, Laudato Si’, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2015.
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2. Francisco, Laudato Si’, 11.
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3. Oxfam, Desigualdad S. A. El poder empresarial y la fractura global: la urgencia de una acción pública transformadora, Oxford 2024. DOI: 10.21201/2024.000007
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4. Innovando la Tradición, Manifiesto, Innovando la Tradición, Oaxa-
ca s. f. https://innovandolatradicion.org/somos/manifiesto/
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5. David Graeber, Hope in Common, David Graeber Institute, 2008. https://davidgraeber.org/articles/hope-in-common/ ↩︎
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